Alturas para desaparecer
En esta soledad terrible
te invoco soledad de la miseria humana.
Lejos de la bestia interna, de la mentira y la falacia.
Toda la amargura cae en mí como un poderoso cóndor,
como si ya estuviera muerto; y lo estoy y lo estamos;
mientras el buitre nos mira y le da asco comernos.
Solo nos mira, se acerca y llora;
y muerto lloro con él.
Me reincorporo tétricamente.
¡Ahora te pido que me mates! Me dice el buitrago.
No alcanzo siquiera a sostenerme.
El cielo rojo es testigo de nuestra afrenta,
se nos acerca color infierno
y ambos le tememos:
¡Tú no existes!
¡Tú tampoco!
Y desaparecemos.
Un niño que juega recoge unos andrajos
y una que otra pluma negra con sangre verdemoco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario